xoves, 25 de febreiro de 2021

Despedida... pero no cierre.


Llegamos casi al final de esta interesante experiencia de aprendizaje, que me ha servido para reflexionar sobre diferentes formas de discriminación y para valorar más la diversidad, la riqueza social que supone tener alrededor personas distintas que te enseñan a ver la vida de otra manera y, seguro, a ser cada día mejor persona. 

 Hace un tiempo formé parte de un grupo de trabajo para organizar una jornada formativa. Y al hablar de las personas que intervendrían propuse que hubiese una representación equilibrada entre hombres y mujeres, no por estética, como sugirió algún miembro del grupo, sino porque el ámbito de trabajo en cuestión cuenta con muchas mujeres expertas para hablar de los temas que nos interesaban. Hubo miradas de extrañeza (incluidas las de algunas mujeres presentes, por cierto) pero al cabo de unos segundos todo el mundo concluyó que esa era la manera correcta de actuar. 

Tiempo atrás, cuando hacía labores de atención al público, atendí en una ocasión a una persona mayor, de las muchas que venían a hacer trámites. Cuando terminamos, la señora recogió, a su ritmo, todos sus documentos y pertenencias, mientras yo esperaba pacientemente. A la persona que vino a continuación, que estaba esperando detrás y observando la escena, le llamó la atención mi comportamiento, y así me lo hizo saber, agradeciendo mi paciencia. Yo no pensé que estaba haciendo algo extraordinario, simplemente hice lo que tenía que hacer, que era adaptarme a las circunstancias y necesidades de aquella persona. Siempre procuré actuar así, dedicando más tiempo de lo "normal" a las personas mayores, extranjeras, o que por cualquier motivo considerase que lo necesitaban para entender la complejidad de los trámites que tenían que hacer. 

 No cuento todo esto para presumir de nada, sino como dos ejemplos de lo que considero que es la manera correcta de actuar en nuestro puesto de trabajo en la administración. Porque quizá no podamos intervenir para crear planes, campañas específicas o grandes proyectos de nuestra organización a favor de la igualdad, pero sí podemos, y debemos, llevar a nuestro día a día valores como el respeto y la empatía, tan importantes para dar el trato correcto a todas las personas. 

 La igualdad no significa que tengamos que tratar a todas las personas por igual siempre, sino más bien en adaptar nuestra manera de actuar a la diversidad de personas que nos encontramos en nuestro trabajo diario... y en la vida. 

 Nos despedimos de este curso, pero no lo cerramos, porque la igualdad y la no discriminación se aprenden y se practican cada día.

Ningún comentario:

Publicar un comentario

Despedida... pero no cierre.

Llegamos casi al final de esta interesante experiencia de aprendizaje, que me ha servido para reflexionar sobre diferentes formas de discr...